EDITORIAL: Adoremos a Dios aunque el lugar no sea perfecto

Por Óscar J. Fernández, posted Friday, June 07, 2013 (11 years ago)

NASHVILLE (BP) -- En una carretera en el estado de New Mexico, en la afueras del un pueblito existe una pequeña iglesia. En una señal al lado de la misma en una ocasión los encargados de actualizar la misma se cuenta que escribieron: Esta iglesia está llena de hipócritas, pero aún tenemos lugar para algunos más.

Que tremendo mensaje, a pesar de la aparente broma. Mucha gente demanda perfección y en la medida de su imperfección demandan más. Vivimos en un mundo caído, dominado por el pecado en el que reina Satanás, pero eso no implica que nuestra adoración a Dios se vea obstruida u obstaculizada por las circunstancias o en entorno. Es posible que el lugar no sea el más adecuado, pero nuestra adoración debe ser perfecta.

Lea Éxodo 24: 1-8. En este tiempo, el pueblo de Israel no tenía un lugar específico que sirviera para adorar a Dios y para ofrecerle sacrificios. No debemos de perder de vista el carácter nómade del pueblo en esta etapa. Se encontraban en el desierto camino a la Tierra Prometida. Pronto ellos recibirían instrucciones detalladas de cómo debían construir el Tabernáculo, que sería una especie de santuario móvil, pero en este preciso momento no había nada que ni siquiera se pareciera a un tabernáculo.

De igual manera, aunque Aarón era reconocido en todo Israel por tener y ejercer funciones sacerdotales, en realidad no había sido ungido ni ordenado para esa función especial en el pueblo ni tenía algún tipo de vestidura especial. Si busca en Éxodo capítulos 28 y 29 encontrará las instrucciones de Dios a Moisés en lo relativo a las vestiduras y la ordenación de Aarón como Sumo Sacerdote y de sus hijos como sacerdotes del Dios Altísimo. De manera que en este momento histórico el pueblo de Israel no tenía un santuario ni tenía establecido un sistema sacerdotal para adorar a Jehová.

Tenga presente que Israel había sido redimido por Dios para ser un pueblo que lo adorara a Él de la manera adecuada. Dios le daría instrucciones muy precisas a Moisés para que tuvieran un lugar para adorarlo y tener sacerdotes ordenados y separados especialmente para ocuparse de las funciones sacerdotales. Sin embargo, ellos no podían dejar de adorar a Dios hasta que estuvieran creadas todas las condiciones de manera perfecta. De manera que ellos tenían que comenzar a adorar a Dios en las condiciones que tenían. Lo más importante era la actitud y disposición de sus corazones.

Entonces Moisés con Aarón, Nadab, Abiú y setenta ancianos de Israel se acercaron al Monte Sinaí para presentarse ante Dios. Al hacer esto, ellos estaban llamando la atención del pueblo de Israel hacia Dios. Según vemos en Éxodo 24:3, Moisés contó al pueblo las palabras de Jehová y todas las leyes y entonces el pueblo, en un acto de adoración a su creador respondió: "Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho." Cuenta la Escritura que al día siguiente Moisés se levantó y: "edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel." Este fue un lugar provisional para adorar a Dios, hasta que el Tabernáculo pudiera ser construido. A continuación un grupo de hombres jóvenes sirvieron como sacerdotes temporales, dice: "Y envió jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Jehová."

Si observamos la escena, nos percatamos que todos los elementos para la adoración estaban presentes allí. Dios como el centro del culto, un grupo de líderes reconocidos, la proclamación de la Palabra de Dios, la participación del pueblo de Dios, un lugar provisional para la adoración y un sacerdocio temporal. Indudablemente que no se puede comparar esto con la majestuosidad del Tabernáculo y de Aarón y sus hijos con sus vestiduras sacerdotales luego de haber sido ungidos y ordenados sacerdotes del Dios Altísimo. Sin embargo, la simplicidad y humildad no debe quitarnos la imagen real de que este fue también un acto real de adoración que complacía a Dios.

En ocasiones solemos pensar que la adoración no se puede celebrar hasta que las cosas sean perfectas. Si la iglesia no tiene un pastor, o si no tiene un templo en el que puedan reunirse, si no tiene un buen líder de música, hay personas que piensan que en esas condiciones no se puede reverenciar ni adorar a Dios. Por lo general, el problema es que los seres humanos cometen el grave error de considerar que Dios mira las cosas, como ellos las miran. Déjeme llamarle la atención en este sentido: Dios no tiene ojos humanos. Dios no está hecho a nuestra semejanza, nosotros fuimos hechos a SU SEMEJANZA, y aunque esto parece lo mismo, no es igual. Los seres humanos miramos a lo exterior, nos preocupamos mucho por las apariencias y el qué dirán. Los seres humanos pueden dar la apariencia externa de "consagración y religiosidad" y por dentro ser verdaderos "demonios" llenos de maldad, envidia, chismes, maquinaciones, aspiraciones egoístas, deseos de grandeza y ansias por sobresalir y controlar. Por eso, no importa lo que se haga, sino cómo se hace, pues Dios mira al corazón de los hombres y no las cosas externas.

Lo importante no es el aspecto del lugar en el que nos reunimos a adorar a Dios, sino la disposición de los corazones de los que vienen a adorar a Dios. Sírvanos este pasaje del Éxodo como una llamada de alerta que nos haga pensar y meditar a cada uno, para que podamos llegar a descubrir la motivación verdadera que hay en nosotros cuando venimos a adorar a Dios. Es mi oración que cada uno de nosotros pueda venir, simplemente, a dorarle en ESPÍRITU Y EN VERDAD. Y yendo más lejos, que podamos vivir cada día sirviendo a Dios en espíritu y en verdad, despojándonos de toda carnalidad e inmundicia.


Óscar J. Fernández es el Senior Editorial Project Leader para el Multi-Language Team de CRD Publishing. en Church Resources Division de LifeWay Christian Resources en Nashville. Es además escritor independiente y un estudioso de la Biblia.

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