Por Don Graham, posted Friday, June 06, 2014 (10 years ago)
LA HABANA, Cuba (BP) -- Son las 5 a.m. del sábado y mientras la mayoría de la ciudad de Vueltas sigue dormida, el pastor José Enríquez Pérez está preparándose para lo que promete ser un largo día. Catorce horas para ser exactos. Igual que todos los sábados. Esa es la realidad de la plantación de iglesias en Cuba.
A Pérez le acompaña un dedicado grupo de miembros de su congregación, la Iglesia Bautista Betel, que se autodenominaron misioneros. Más de 50 cristianos derraman su vida en las docenas de pequeñas localidades y pueblos alrededor de Vueltas, donde hay poco o ningún testimonio del Evangelio. La meta de los misioneros es clara: hacer discípulos y reunirlos en casas culto.
Foto de IMB tomada por Wilson Hunter
El alba comienza a brillar mientras regresa a la vida el destartalado motor del autobús "Camino a la victoria," propiedad de la Iglesia Bautista Betel y reconstruido con partes de varios modelos, incluso algunas que datan de 1932. Hará más de una docena de paradas en la ruta de casi cinco horas a través del campo cubano, dejando a los miembros de Betel en las distintas comunidades donde se enfocan. Después de ocho horas de ministerio, el autobús regresa a Vueltas, recogiendo en el camino a los misioneros de Betel.
"Durante la primera fase del proyecto, los viajes eran más cortos," dijo Pérez. "Pero hemos estando ministrando en los lugares que están más cerca para hacer [nuevas] iglesias," y llevando a los grupos de Betel aún más lejos para alcanzar a las áreas no evangelizadas.
"Si queremos descansar y estar cómodos, no hay cielo," dijo Pérez riéndose. "El tiempo que nos da Dios aquí es para estar involucrados en la obra de Su Reino." Read More